lunes, 17 de agosto de 2009

Re: tratos íntimos (Alejandra Fenochio)


PINTAR es un gesto extendido que va deviniendo cuadro. Pintar frente a otro, pintar al otro, implica una responsabilidad inmensa y un desafío ineludible, irrealizable y tremendamente exitante. Rogar que el otro sea tan generoso como para esperar que llegue el momento del temblor, en que se arma la comedia musical y la música es deliciosa, la mirada es afilada, la pose es relajada, la temperatura es indiferente y ya me subí a la ola. No va a durar mucho, pero será eterno si lo traspaso. Veo todas estas pinturas de amigos en bolas y les agradezco infinitamente haberme dado el placer de entregarse devotamente a mis pinceles torpes, incorrectos y trabajadores. Aunque manche sus ropas, adormezca sus cuerpos, o aburra sus cerebros con mi ocèano de inseguridades. La suerte quiso que se juntasen todas esas pinturas enormes para ser invitadas por Oscar Smoje al Palais de Glace y participar de una fiesta donde se juntaron ranas, escombros, humo, fierros, flores, juncos, nubes, restos, perlas y paraísos, para entonar la psicodelia de los cuerpos pintados. Encendidos en materia. Acariciados por el pincel indiscreto que los estampará convenciéndolos de que solo es un cuadro y no ellos. Pintar desnudos es casi lo primero que se hace en la escuela de Bellas Artes y en muchos talleres. Hacerlo, siempre fue para mí un camino de conocimiento infinito. La observación del cuerpo desnudo, sus curvas y pieles particulares y privadas. Aún mientras realizo otras obras o temas, cada tanto un desnudo es una buena fortuna. Como ver caer una estrella. Por eso armar esta muestra que lleva develándose más de 20 años me hace sentir una gran energía y allá voy por más retratos íntimos. Los espero en fila y desnuditos. Alejandra Fenochio.
Lunes 17, último día. Palais de Glace

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