Teatro. Cultura. Ideas locas. Sociedad. Denuncias. Pasquín de opinión de María José Gabin.
martes, 4 de agosto de 2009
El amor (1995)
La obra de Sergio Bizzio y Daniel Guebel que dirigió Cristina Banegas fue un lujo en todo sentido. Con la actuación memorable de Gabriel Goity, (haciendo el papel de perro) sumada a la de Luis Ziembrosky, Belén Blanco y Antonio Hugo. Mi personaje, Amalia, en desbarranco trágico por no poder darle un hijo a su amado: el perro Gran Danes que es su "mascota". El despliegue físico de esa obra fue mayúsculo. Cuerpos mezclados, subidas y bajadas, tiradas, seducciones. Un cuerpo funcionaba como trampolín del otro, un gesto como disparador del otro. Las secuencias de sexo animal no tenían freno bajo la batuta de Banegas. Los ensayos fueron un despliegue de placeres y gustos de todo tipo. En el final de su vida Amalia se elevaba (arnés mediante) sobre la platea del Club del Vino para terminar en el más allá de donde volvería a buscar a su perro para el final. Un delirio de acción, gesto, movimiento y palabra.
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