miércoles, 13 de abril de 2011

El triunfo del mal. Por Florencia Canale (Revista Veintitres)

Como nunca, los villanos de la tele son adorados por el público. Una bipolar y un corrupto con fans. ¿Seguidores de la ficción o fanáticos de una realidad apocalíptica?
Desde tiempos inmemoriales la aparición de algunos malos despertó la curiosidad y algo más de la humanidad. Con su teatro isabelino William Shakespeare daba cuenta, debajo de los ropajes de sus célebres Ricardo III y Lady Macbeth, de hasta dónde es capaz de llegar un individuo. Como sujeto del mal o como simple espectador ardiente del mismo. Y aunque las mieles de la bondad tienten a algún que otro aprendiz del arte, todo actor que se precie de tal, en algún momento sueña con personificar semejante malicia interpretativa. Como nunca, los villanos han tomado protagonismo en la televisión. Ya sea en los culebrones del prime time local, o en las series cultivadas por el mundo alternativo.
Nadie ha logrado en 2011 reventar las taquillas amorosas como Leticia Brédice y Lito Cruz, con sus papeles pérfidos de Verónica San Martín y Oscar Nevares Sosa, en El Elegido. Con las interpretaciones sublimes de una bipolar aristocrática y malísima, y un abogado dispuesto a todo, corrupto y diabólico, han logrado desbancar el lugar de privilegio que han ocupado el héroe y la heroína tradicionales. Con twitters que hacen uso de su nombre, páginas de Facebook con frases antológicas, y un usufructo evidente de los autores de las escenas en solitario, donde Brédice da cátedra de interpretación de lujo, Verónica San Martín hipnotizó al público como nadie. Y la dupla pérfida que conforma junto a Cruz, motoriza el encendido de la novela.

domingo, 10 de abril de 2011

El Gobierno de la ciudad y su política cultural. Utilización de imagen de obra de Pérez Celis sin autorización


Desde mediados de enero de este año un micro de turismo de la empresa privada BsAs Bus, tercerizada por el gobierno de la Ciudad lleva, en uno de sus laterales, la imagen de una obra de mi padre, el artista plástico Pérez Celis, junto a su firma, sin la necesaria autorización, que yo, como heredera, debería haber dado. Los derechos de reproducción de imagen pertenecen por ley al artista, a sus herederos o a quien tenga autorización para utilizarlos bajo determinadas condiciones, pudiendo ser a título gratuito u oneroso. No se trata de que el Gobierno de la Ciudad, en este caso más específicamente el Ministro de Cultura y titular del ente de turismo de la ciudad, Ingeniero Hernán Lombardi, haya querido homenajear a mi padre con una obra suya, sino que para hacerlo debería haber contactado a todos los herederos para conseguir su autorización, respetando así las normas vigentes. He intentado en varias oportunidades que el ministerio de cultura responda a mi reclamo y no lo he conseguido, pero reconozco que la situación que hoy me involucra está en consonancia con la ya conocida actitud del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires de pasar por encima de los derechos de sus artistas. Es mi deseo que los funcionarios de la actual administración reflexionen acerca de que proteger el patrimonio cultural de una ciudad implica reconocer y respetar los derechos de los que forman parte activa de este.