Según Aristóteles, la trama es el alma del drama. En ese sentido casi se podría decir que mientras exista algo que desentrañar -una experiencia, emociones en conflicto, un dilema o disyuntiva, la pintura de un episodio, la historia de un desencuentro o malentendido, la anécdota de viaje, el deseo no alcanzado, etc., etc, etc.- y alguien que se exponga a contarlo frente a un público -en forma de relato hablado o mudo, con acciones sin palabras, con formato de confesión, multimedia o teatro negro o ciego o de acción, etc., etc., etc.- estaremos frente a un hecho teatral. Pero en el siglo XXI, vamos todavía más lejos. Para que haya teatro solo se necesita al actor: ni la escenografía, ni el vestuario, ni el escenario, ni siquiera la obra o el director son imprescindibles. Solo necesitamos que haya una voz y que esa voz esté en vivo. Porque lo único que define sin error al hecho teatral es el cuerpo humano. De lo contrario es como si dijéramos que las instalaciones no son artes plásticas o que solo consideráramos Arte a la pintura. (Cosa que algunos, por otro lado, quisieran hacer.)
En la época de La Organización Negra (antecedente del grupo De la Guarda), mucha gente cuestionaba que eso que hacía el grupo de desaforados, fuera teatro. Se golpeaban con tubos fluorescentes que estallaban frente al público, caminaban desnudos y empolvados sin rumbo, una gigantesca pared de cajas caía sobre los actores, los afiladores se enfrentaban en embate pasivo contra los espectadores. No había texto, ni trama, era un devenir abstracto de acciones. Pero el acto teatral era indudable. Ellos lo llamaban teatro de operaciones y lo único que importaba era la verdad. Aunque ya sabemos todas las variables de significado de ese término, podemos convenir en que lo único realmente importante en el teatro es que pase aquí y ahora. En ese sentido la narración oral es una de las formas, tal vez más antiguas, del teatro.
En la época de La Organización Negra (antecedente del grupo De la Guarda), mucha gente cuestionaba que eso que hacía el grupo de desaforados, fuera teatro. Se golpeaban con tubos fluorescentes que estallaban frente al público, caminaban desnudos y empolvados sin rumbo, una gigantesca pared de cajas caía sobre los actores, los afiladores se enfrentaban en embate pasivo contra los espectadores. No había texto, ni trama, era un devenir abstracto de acciones. Pero el acto teatral era indudable. Ellos lo llamaban teatro de operaciones y lo único que importaba era la verdad. Aunque ya sabemos todas las variables de significado de ese término, podemos convenir en que lo único realmente importante en el teatro es que pase aquí y ahora. En ese sentido la narración oral es una de las formas, tal vez más antiguas, del teatro.
(Imagen: Storytelling en Cowley Estate, Brixton, 1972)
1 comentario:
tzzz totalmente en desacuerdo, apesar de que la pintura y la escultura sean artes plasticas no son la misma disciplina, ademas en el teatro la accion pasa en escena en la narracio oral no. el cuento no esta en escena.
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